Opinión
El dólar, una visión crítica de la Ponferrada de los años 40 y 50 frente a la versión edulcorada y oficial
OPINIÓN | Si la primera parte de la ciudad del dólar fue trágica, ahora la historia se repite como farsa

La crónica de los últimos años describe la Ponferrada de los años 40 y 50 como un revulsivo económico gracias al carbón y al wolframio que traían, con casi un siglo de retraso, la revolución industrial al Bierzo. Una burguesía incipiente construyó entonces nuevos edificios y negocios en los que se cerraban acuerdos comerciales como un símbolo de la prosperidad y progreso. Se cuenta que las transacciones se realizaban en dólares, por lo que Ponferrada se bautizó como «La ciudad del dólar». Con estas premisas no es extraño que quienes reivindican el legado de la ciudad del dólar escriban el lado más dulce.
Sin embargo, este mercadeo era ajeno a una mayoría de ponferradinos que el único Dólar que veían era un céntrico prostíbulo, un curioso detalle que algunos aduladores de este pasado han olvidado convenientemente.
En el contexto de la autarquía, con la encomienda de sobrevivir mientras la dictadura eliminaba a la mitad del país, los dólares estaban restringidos a una minoría que exprimía y reprimía a la clase obrera. Paradójicamente, era más común que los trabajadores de las explotaciones cobraban parte de su sueldo en especie llevando a casa carburo y carbón para el consumo doméstico.
Si seguir el rastro del dinero llevaba a los oligarcas, el carbón y el wolframio conducía a la miseria en la que vivían los mineros, las jornadas laborales interminables y las muertes en los tajos. Menos conocido aún, es que los minerales también bajaban directamente desde los destacamentos penales presentes en la comarca, donde los presos políticos conmutaban las condenas de muerte por la esclavitud.
Poco después, es también la época de la migración hacia Suiza, Francia, Bélgica. La huida desesperada de quienes lucharon contra la distancia, la cultura y el idioma porque no encontraban un presente en su propia tierra. A ellos compuso Juanito Valderrama su canción El emigrante cuando se hospedaba en el edificio más representativo de la ciudad del dólar, el Hotel Madrid.
Más cómoda era la vida de los directivos de la MSP, cuyos chalets sobresalían de entre las infraviviendas de los «productores». Ahí está la nula planificación urbanística de Ponferrada, que imprimió cicatrices todavía visibles. Una cara de la ciudad del dólar menos amable, pero más común para la mayoría de los ciudadanos.
Fuera de los edificios ahora emblemáticos, se agudizaban las contradicciones de clase. Los capitalistas explotaban recursos concentrando los beneficios en pocas manos, mientras los obreros reciban lo mínimo para asegurar su propia existencia. En la raíz de esta explotación surgieron movimientos transcendentales para entender el devenir político y democrático del país. La creación de la primera Comisión Obrera y las luchas contra la dictadura fueron decisivas en El Bierzo y Laciana, pero parecen no tener hueco en la historia.
Con las heridas del carbón aún abiertas y una reconversión industrial fallida, hoy nos presentan un proyecto para recuperar el legado de la ciudad del dólar como revulsivo turístico. Se señalarán edificios pintorescos y se tratará de desviar a los foráneos de los principales atractivos argumentando que en otra época fuimos el centro de algo. Pero se olvidan que si un día fuimos importantes fue gracias a los miles de hombres y mujeres que nunca pisaron esos edificios porque tenían que lidiar con la miseria y la represión, y si lo hicieron, fue para limpiarlos o servir.
Este aprovechamiento turístico fue justificado por Morala lamentando que la década del dólar «no haya dejado más sustento cultural y más economía», obviando que esa economía y esa cultura estaban restringidas a una minoría de poderosos.
Si la primera parte de la ciudad del dólar fue trágica, ahora la historia se repite como farsa. No solo han excluido a la clase trabajadora de su contribución histórica al desarrollo y su pasado de lucha, también le ofrecen un futuro incierto, que se basa en un sector precario, estacional y mal pagado.
Isabel Maroto (secretaria comarcal del PCE del Bierzo)