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La distribución del oso pardo se determina también por su interacción con otras especies

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Un estudio publicado en la revista Global Change Biology utiliza al oso pardo para mostrar la importancia de las interacciones entre especies en la conservación de los ecosistemas
Osos pardos de la cordillera Cantábrica

El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) ha participado en un equipo internacional para estudiar las interacciones entre especies y como éstas afectan a la distribución del oso parto en Europa y Turquía. Los resultados de este estudio, que utiliza el oso pardo para mostrar la importancia de las interacciones entre especies en la conservación de los ecosistemas, se han publicado en la revista Global Change Biology.

Como ya es conocido los cambios globales, como el climático, afectan directamente a la conservación de la biodiversidad y a la distribución de algunas especies que se desplazan hacia lugares más elevados o hacia los polos, espacios donde las condiciones climáticas se mantienen dentro de los rangos de la tolerancia de la especie. En este caso, el estudio se ha enfocado en los efectos indirectos de las interacciones entre especies.

El estudio ha contado con más de tres millones de localizaciones pertenecientes a alrededor de 3.000 osos, con datos de las 14 subpoblaciones europeas y turcas de ambientes muy diferentes.

“Los osos mostraron una dieta muy variada: detectamos 276 especies en su dieta. Aquellos que viven en lugares más cálidos, como las subpoblaciones de la cordillera Cantábrica, Grecia o Turquía, tienen una dieta más vegetariana, mientras que en las zonas más frías como Escandinavia y Finlandia son más carnívoros. Esto se traduce en que el rol del oso en el ecosistema es diferente y por eso varía entre herbívoro o depredador apical”, contextualiza el investigador de la Universidad de Sevilla Pablo M. Lucas.

A través del análisis de los datos se ha podido deducir que el oso ocupa los lugares en los que dispone más energía procedente de las especies que forman parte de su dieta. “Por ejemplo, en la cordillera Cantábrica la presencia de robles y hayas, que son su principal recurso alimenticio en esta subpoblación, hace que sea más probable la presencia de oso; en otras subpoblaciones donde el oso es más carnívoro, la presencia del oso se explica más por la distribución de ungulados silvestres como jabalíes o ciervos”, aclara Lucas.

Los resultados de este estudio son relevantes ya que permiten predecir dónde vivirán las especies en el futuro y que funciones cumplen en los ecosistemas, en un contexto de cambio climático y transformación del uso del suelo. “Los cambios en las distribuciones de las especies de las que se alimentan puede afectar a la posición del oso dentro de la cadena trófica y a la viabilidad de la especie a escala local”, apunta Lucas.

Según añade el propio investigador, la reacción de otros especies puede ser distinta ya que tienen características diferentes con una dieta más especializada, menos capacidad para moverse o vivir en condiciones ambientales más concretas. De ahí, la importancia de la conservación de los ecosistemas con estrategias efectivas.

FUENTE: SINC

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