Buena parte de la crítica ha señalado que “Todas las noches de un día” es uno de los espectáculos teatrales más redondos de la temporada. A ello contribuye un texto entre poético, desgarrado y emocionante del Premio Max Alberto Conejero; un reparto de altura formado por Carmelo Gómez y Ana Torrent y una dirección de Luis Luque que rodea a los dos personajes de una atmósfera inquietante. La función llega al Bergidum el próximo sábado, 6 de abril (20,30 horas), dentro del programa de abono de invierno y de la programación de la Red de Teatros de Castilla y León.

Rodeado de urbanizaciones sobrevive un viejo jardín con su invernadero. Pero ha pasado mucho tiempo desde que los vecinos vieron por última vez a Silvia, la dueña de la casa. Allí sólo queda Samuel, el jardinero, afanado en preservar ese rincón olvidado. «Todas las noches de un día» comienza cuando la policía acude a la casa para intentar descubrir el paradero de Silvia. La obra arranca precisamente cuando un hombre, que se ha refugiado en el silencio, se ve obligado a hablar y, por tanto, a ordenar sus pensamientos. Empieza entonces un combate entre la vida y los recuerdos, entre el amor y sus fantasmas.

Íntima como un poema, compleja como una biografía, “Todas las noches de un día”, de Alberto Conejero, es una historia de amor y de qué hacer con el amor cuando es imposible. Es también la historia de una espera, de una prórroga cuando vivir ya está marcado desde antiguo por el signo de la tragedia. La dirección de Luis Luque ha rodeado a los dos personajes de una atmósfera inquietante, en cierto modo irreal, que hace imposible la comunicación profunda de los dos personajes y llena de dudas sobre lo que le ha sucedido realmente a Silvia. La llegada de la policía es la prueba real de que ese cuidado jardín dista mucho de ser el del Edén.

La obra le valió al dramaturgo Alberto Conejero el III certamen de textos teatrales de la Asociación de Autores de Teatro en 2015. Un año después llegaría el Premio Max a Mejor Autor Teatral por ‘La piedra oscura’. Conejero, como demuestra aquí, es uno de nuestros autores más importantes por su capacidad para expresar el mundo de nuestros sentimientos, por dejar que nos fascinemos con ellos, con sus rincones oscuros y sus oscuras esperanzas. Sabe manejar el tiempo escénico con la lucidez del que comprende que nuestra vida es una serie de cajas chinas y una encrucijada donde la esperanza es una forma de pérdida.

«Carmelo Gómez está espléndido en esta función, sin aspavientos, humildemente, compartiendo escenario con una gran Ana Torrent de la que no quieres perderte ni una sola palabra, ni un solo gesto», ha dicho un crítico. Otros han subrayado que éste es “un espectáculo que arrebata y emociona sin remedio por la dolorosa belleza que emana el texto y por la intensidad que irradian las interpretaciones. Un drama que no hay que perderse”.

Por el calado del texto, por el equilibrio entre poesía, drama y emoción y por la intensidad de las interpretaciones, no cabe duda de que estamos ante un drama de gran calado, de esos que difícilmente dejarán indiferente a nadie.