Bierzo

El Jardín de la Alameda es la joya natural del siglo XIX que marca la identidad de los villafranquinos

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Ubicado entre dos de las construcciones más emblemáticas de Villafranca del Bierzo, la Colegiata de Santa María y la iglesia de San Nicolás del Convento de los Padres Paúles, el Jardín de la Alameda destaca como una joya natural que forma parte de la identidad de los villafranquinos desde hace casi siglo y medio.

El encanto de este espacio, que fue anteriormente el Campo de San Antonio y que se convirtió en jardín en 1883, hace soñar a pequeños y grandes, es y ha sido testigo de aventuras y travesuras, y de innumerables encuentros amorosos. Pero sobre todo, el Jardín es un punto de encuentro para todos los villafranquinos.

El estilo romántico galante de este jardín, con forma ovalada y acabado en herradura en uno de sus extremos, se basó en el modelo francés de parterres rodeados de setos de boj del siglo XIX.

Su trazado está marcado por el laberinto central, con varias entradas y salidas; y su estructura está formada por tres zonas y un paseo exterior. En el centro de cada una hay una fuente, la más destacada está en el medio del jardín, la llamada Chata o Meona que fue comprada tras la desamortización del Monasterio de Santa María de Carracedo.

Botánicamente el Jardín acoge una flora, en gran parte, de Orient e Medio, China, India y Japón, con abundantes y frondosos plátanos y especies como castañas de indias, palmeras, cedros, peonías, lilas blancas o claveles de indias, entre otras.

En este espacio descansan los peregrinos del Camino de Santiago y los amantes de la cultura disfrutan de la Fiesta de la Poesía, porque Villafranca es también tierra de grandes escritores y poetas. Es un evento en el que los versos se fusionan con los colores, las luces y los estados del jardín a lo largo de las cuatro estaciones del año.

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