Escena

Fran Perea y Manuela Velasco encabezan el reparto de Feelgood

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Una reunión de asesores del presidente, un ministro torpe, un puñado de secretos en manos de periodistas… No hablamos de los informativos sino de la obra Feelgood, que ganó el Premio Evening Standard a la Mejor Comedia en 2001 y, desde entonces, se ha estrenado con éxito en medio mundo. Una puesta en escena en la que los propios actores han sumado esfuerzos en la producción y que llega al Bergidum el próximo 27 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional del Teatro, dentro de una gira del grupo por diferentes espacios públicos de Castilla y León. La obra está recomendada por la Red Española de Teatros.

El argumento de Feelgood cuenta las horas previas a la intervención de un Presidente del Gobierno ante el Congreso de su partido, donde tendrá que dar un discurso a propósito del medio ambiente y los cultivos transgénicos, entre acusaciones de ataques a la libertad de expresión por parte de miembros del partido y por protestas ciudadanas en las puertas del hotel donde se celebra el Congreso. La trama toma un giro inesperado al descubrirse cierto secreto que afecta al propio Presidente. Su equipo se verá obligado a recurrir a algo más que palabras para no dejar salir a la luz un secreto que puede hacer tambalear los cimientos del partido.

Feelgood es una obra que absorbe, que hace reír y reflexionar sobre el sistema en el que nos movemos. Es una sátira política de plena actualidad que responde a la pregunta de qué somos capaces de hacer por conservar el poder. Escrita por el británico AlistairBeaton, la pieza se ha estrenado con éxito en medio mundo. Es definida como una obra escurridiza que destila grandes dosis de humor y teatralidad, mientras cabalga sobre una temática compleja que apela a una realidad cruda y profunda del ser humano: su la relación con el poder.

El texto lo monta una compañía formada por el grupo de actores que la interpretan, entre los que se encuentran Manuela Velasco y Fran Perea, y que se conocieron durante el montaje que hizo Tolcachir de Todos eran mis hijos. Javier Vallejo, en El País, sostiene que el resultado es “arrollador, desopilante, sin desperdicio, perfectamente orquestado por la dirección de Alberto Castrillo-Ferrer”.
Otro crítico ha destacado que «si el texto es brillante e incisivo no lo son menos los actores. Jorge Bosch hace un trabajo antológico en su parodia del inepto ministro de cuota; él y el pánfilo e infatuado Simón Pink (Jorge Usón) el guionista de televisión nos dan verdaderos momentos de gloria. El resto están en su papel: la infatigable y neurótica Marta (Ainhoa Santamaría), el paciente e ingenioso “speechwriter” Alex (Javier Márquez); la obstinada y desconfiada Elisa (Manuela Velasco) o el factotum y temido jefe de gabinete Edu (Fran Perea), manipulador, sin escrúpulos».

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