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Humanos y pájaros cooperan en Mozambique para buscar miel y cera

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El cazador de miel Orlando Yassene sostiene en su mano a un pájaro guía macho, capturado de manera temporal para el estudio realizado en la Reserva Nacional Niassa en Mozambique. / Claire Spottiswoode

Perros, halcones o cormoranes son algunos de los animales que los seres humanos entrenan para prestar algún servicio. Pero no son los únicos que lo hacen incluso sin adiestramiento y en estado salvaje. Un equipo de científicos confirma un excepcional caso de mutualismo y revela que en los bosques de Mozambique un pequeño pájaro responde a las llamadas de los habitantes de la tribu Yao y los guía en busca de miel y cera de abeja en beneficio de ambas especies.

En 1558, cuando la actual República Popular de Mozambique estaba colonizada por los portugueses, el misionario João dos Santos observó a un pequeño pájaro de tonos amarronados deslizarse en el interior de su iglesia para picotear la cera de las velas. Pero esta no era su única habilidad: el ave era capaz de guiar a los hombres hacia las colmenas donde ellos extraían la miel y los animales se alimentaban de la cera.

En África, la inusual relación entre el pájaro y los hombres ‘cazadores de miel’ sigue intrigando a los científicos y es, sin duda, uno de los pocos casos de mutualismo que existen entre estas dos especies. Para entender cómo el ave ha sido capaz de aprender a reconocer las llamadas de los hombres, un equipo de investigadores ha realizado experimentos en la Reserva Nacional Niassa de Mozambique junto a los habitantes de la tribu Yao.

El estudio, publicado en Science esta semana, revela que los hombres logran reclutar a estas aves con sus peculiares sonidos y así encontrar las colmenas. Por su parte, los ‘guías de la miel’ convierten a los humanos en sus socios para acceder al panal sin ser picados por las abejas. Gracias a las señales de ambas especies, humanos y pájaros comunican y cooperan para aumentar sus probabilidades de localizar este valioso y nutritivo alimento.

“Lo más extraordinario en esta recíproca relación es que involucra a un animal salvaje cuyas interacciones con los humanos han evolucionado a través de la selección natural, probablemente a través de cientos de miles de años”, recalca Claire Spottiswoode, autora principal del trabajo y bióloga evolutiva en la Universidad de Cambridge y de Ciudad de Cabo en Sudáfrica.

De árbol en árbol para encontrar panales

La científica se adentró en los bosques africanos junto a los habitantes de la tribu Yao para comprobar que los pájaros eran capaces de distinguir la llamada específica de estos hombres de otros sonidos humanos, y responder a ella. Esta señal sonora realizada por los ‘cazadores de miel’ ha pasado de generación en generación y se caracteriza por un fuerte gorjeo seguido de un breve gruñido.

Dos cazadores iniciaron su caminata emitiendo sus llamadas habituales para atraer a los pájaros a la vez que un investigador reproducía grabaciones de tres señales sonoras diferentes cada siete segundos a intervalos de 15 minutos.

Los resultados confirmaron la comunicación de dos vías entre ambas especies al demostrar que las llamadas de los Yao permitieron un 54% de probabilidades de encontrar el panal, mientras que las llamadas de control generaron únicamente el 17%. “La llamada triplicó las probabilidades de una interacción exitosa, proporcionando miel para los humanos y cera para los pájaros”, apunta Spottiswoode.

Una vez que los pájaros identificaron la llamada de los hombres, actuaron de guía hacia la miel, revoloteando de árbol en árbol para indicar el lugar donde estaban escondidos los panales. En el 75% de los casos hallaron con éxito la colmena, según el experimento. En la tarea de extracción del alimento, los pájaros requirieron la ayuda de los hombres para ahuyentar a las abejas con humo y romper el panal. Los hombres se beneficiaron de la miel dejando la cera para las aves.

En otras regiones de África como Tanzania los habitantes de la tribu Hadza utilizan otros sonidos más melódicos para el mismo propósito. “Nos encantaría saber si los ‘guías de la miel’ han aprendido las variaciones de este tipo de lenguaje en las señales humanas a lo largo de África, lo que les ha permitido reconocer a los colaboradores apropiados entre los locales que viven junto a ellos”, concluye la científica.

Fuente: SINC

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