Sociedad

Javier Rodríguez, el «cura rojo», recibe la Picota de Plata por su compromiso social y cultural con Matarrosa del Sil

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Javier Rodríguez Sotuela fue párroco de Matarrosa del Sil durante 11 años. Destacó por su fuerte compromiso social y cultural, siendo además reivindicativo con las reivindicaciones mineras

La Casa de la Cultura de Matarrosa del Sil ha acogido hoy el homenaje que el pueblo y el Ayuntamiento de Toreno han hecho a Javier Rodríguez Sotuela, el que fue párroco del pueblo entre los años 1961 y 1972, para entregarle la Picota de Plata por su reivindicación social, laboral y su compromiso con la cultura, «Con estos dos factores Javier trajo a las cuencas mineras la dignidad. Los mineros, a partir del paso de Javier por aquí, hemos sido reivindicativos con dignidad, la que él nos inculcó», ha señalado al inicio del evento el alcalde de Toreno, Vicente Mirón.

El acto ha contado con la presencia del presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Olegario Ramón, quien ha manifestado que una sala llena de personas para homenajearle tiene una explicación sobre la que bien vale la pena reflexionar, «porque en tiempos tan difíciles se puso del lado de los débiles, no tuvo miedo a los poderosos, fue perseguido, e incluso fue un activista de la igualdad, de la libertad con su gente», ha manifestado Ramón.

El compromiso de Javier, cariñosamente apodado como ‘el cura rojo’, con la gente, la cultura y las reivindicaciones mineras le llevaron a tener más de un problema con las autoridades civiles y religiosas de la época, porque su acción pastoral fue más allá de la liturgia con una convivencia estrecha con los vecinos, promoviendo acciones culturales como la creación de un centro cívico o una red de libros para compartir o comprar.

Las gentes no olvidan y, aunque han pasado 49 años desde que dejó Matarrosa, el pueblo sigue recordándolo y apoyándolo, como hizo entonces. En apenas 11 años, Javier Rodríguez promovió actividades culturales en las que consiguió implicar a jóvenes y adultos; luchó por los desfavorecidos, los necesitados y por los que eran perseguidos por defender sus ideas. Su convicción era tal que pagó un alto precio por ello viendo comprometida su libertad con expedientes abiertos y amenazas.

Hoy, como hizo hace más de medio siglo atrás, volvió a recordar que «la ignorancia esclaviza y que la cultura hace a las personas libres».

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